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La previa de semana 11

La Semana 11 llega con el aire denso de la mitad del otoño. Las hojas ya cayeron en casi todos los estadios del norte, y el viento que sopla ahora no es un mero factor climático, sino un recordatorio de que el margen de error se ha vuelto estrecho. Hay equipos que se miran al espejo sin respuestas claras. Otros, en cambio, han encontrado una identidad, aunque frágil todavía. Lo que se juega no es una jornada más. Lo que se juega es pertenencia: a la conversación, a la pelea por enero o a la idea de futuro. Vamos con otra nueva previa.

WEEK 11 SUN 11/16
Tampa Bay Buccaneers
1:00
PM
EST
@
Buffalo Bills

El primer capítulo de esta historia se escribe en la orilla del lago Erie, donde Tampa Bay visita a Buffalo. Es un duelo que parece, a simple vista, un choque de estilos, pero que es en realidad una discusión profunda sobre cómo se sostiene una ofensiva en la NFL moderna. Tampa Bay ha vivido esta temporada como quien avanza por un puente de cuerda: no sin riesgo, pero con la certeza de que cada paso debe darse con precisión. La ofensiva de los Buccaneers no siempre fluye, pero cuando lo hace, lo hace con intención. Tampa Bay ha encontrado en su juego aéreo y en un plan ofensivo de continuidad la base de su competitividad.

Buffalo, en cambio, ha tenido que aprender a respirar. Acostumbrados durante años a vivir de lo extraordinario, ahora se ven obligados a construir lo inmediato. Ya no basta con esperar la jugada explosiva. La temporada ha enseñado que si se sostiene demasiado peso sobre los hombros del quarterback, la estructura se derrumba. Por eso, en el último año y medio, los Bills han buscado la carrera como un modo de domesticar el partido. No es una carrera que asuste, pero sí una que ordena. Le da al ataque un pulso constante, una cadencia que evita los latidos bruscos.

Tampa Bay ha construido una ofensiva que, pese a no ser dominante en el juego terrestre, sí ha sido eficiente en aprovechar ventanas intermedias y profundas en el pase. Su tasa de éxito ofensivo por jugada se acerca a valores ligeramente superiores a la media de la liga, sostenida por un play-action bien ejecutado y una línea ofensiva que, aunque no intocable, ha logrado mantener niveles aceptables de protección en situaciones de ritmo. El problema de los Buccaneers, como viene siendo recurrente, reside en la dificultad para obtener yardaje positivo constante en primer down. Cuando se ven incapaces de avanzar al menos cuatro yardas por tierra, se exponen a terceras oportunidades largas que obligan a su quarterback a leer más campo del deseado. Ese es el tipo de guion que un rival como Buffalo puede castigar.

Los Bills atraviesan un momento más complejo. La narrativa de un ataque que dependía en exceso de las genialidades de su quarterback se ha vuelto insostenible en ciertos tramos de la temporada. Han intentado estabilizar la estructura ofensiva mediante esquemas de carrera más variados, uso de carreras zonales por el exterior para abrir defensas y una mayor progresión de lecturas en rutas cortas. La cuestión es si serán capaces de mantener ese plan de forma disciplinada frente a una defensa como la de Tampa que, aunque concede espacios, suele imponerse en momentos puntuales y que vuela en su zona media. La defensa de los Buccaneers vive en la paradoja de ser agresiva en su planteamiento, pero vulnerable en profundidad si el front-seven no logra presionar a tiempo. Esta combinación genera un equilibrio inestable: cuando la presión llega, Tampa domina; cuando no, su secundaria puede ser atacada con consecuencias graves.

El partido puede decidirse en la utilización del play-action. Tampa es un equipo que usa dicho recurso para ganar tiempo y abrir ventanas intermedias, pero Buffalo ha aprendido en las últimas semanas a defenderlo sin comprometer a su caja. Si los Bills logran mantener en disciplina a sus linebackers, cerrando las ventanas verticales que Tampa busca con recepciones de 12 a 18 yardas, el ataque de los Buccaneers se verá obligado a ejecutar series más largas, algo que les cuesta en momentos de presión.

Bucs

En la imagen de arriba, vemos una acción muy bien ejecutada antes y después del snap por parte de Baker Mayfield, quarterback de los Bucs. Antes del snap, la defensa de Patriots muestra dos safeties profundos, pero esto cambia tras el motion del receptor del lado izquierdo del ataque. Antes de iniciarse la jugada, los safeties rotan y la defensa pasa a ser de un solo safety en la retaguardia. Mayfield está leyendo esta rotación y, cuando termina de jugar el play action, lee la primera ruta cruzada que afecta a ese safety profundo. El play action ha hecho que la zona media defensiva saltase a la amenaza de carrera y se ha generado muchísimo espacio a su espalda. Emeka Egbuka (círculo verde) juega el corte al interior y se aprovecha de tanto espacio para recibir, ya que el cornerback de ese lado está ocupado con la ruta vertical del jugador que se había movido antes del snap. Pase muy preciso y una gran ganancia de yardas para Tampa.

La métrica de EPA por jugada ofrece una pista adicional: Tampa genera un impacto por jugada superior en secuencias sostenidas que en drives cortos, mientras que Buffalo tiende a ser más explosivo en acciones improvisadas cuando la estructura se rompe. En un enfrentamiento donde una pérdida de balón puede ser determinante, la disciplina ofensiva será más importante que la espectacularidad. Es un partido que puede llegar al cuarto cuarto con una diferencia mínima, donde los detalles tácticos en protección de pase y control de reloj serán decisivos. La sensación es que Tampa Bay llega con la base conceptual más clara, mientras que Buffalo tiene el talento para desbordar esa estructura si encuentra ritmo temprano. Si el encuentro se vuelve una secuencia de intercambios verticales, los Bucs ganarán terreno. Si se convierte en una batalla de posesiones largas, Bills tiene ventaja. La balanza inicial parece inclinarse muy ligeramente del lado de Tampa, aunque sin margen para concesiones.

WEEK 11 SUN 11/16
Seattle Seahawks
4:05
PM
EST
@
Los Angeles Rams

El segundo duelo de la semana enfrenta a los Seahawks y a los Rams, un enfrentamiento divisional que suele ser más táctico que emocional. Seattle ha tratado de reconstruir su ataque desde una identidad compleja: desea ser un equipo de poder terrestre y ritmo físico, pero depende de la precisión en el pase para desestabilizar defensas rivales. Los Rams, en cambio, han encontrado fluidez ofensiva desde la sincronización: rutas que se encadenan en niveles, velocidad en ventanas cortas y un ritmo de pase rápido que reduce el impacto del pass-rush rival. Es un choque entre un juego que quiere ganar pacientemente y un juego que busca controlar el flujo desde la distribución inmediata.

Si algo caracteriza a la ofensiva de los Rams es su capacidad para forzar a las defensas a defender todo el ancho del campo. Sus esquemas de rutas rara vez buscan el impacto en una sola zona, sino que estiran el perímetro, colocan a la defensa en conflicto con decisiones de cobertura y luego atacan los espacios creados con precisión. Esto se relaciona directamente con su alta tasa de éxito por jugada, que se mantiene entre las mejores de la NFL. Los Rams no necesitan una gran jugada para avanzar; necesitan que la defensa rival responda a sus movimientos. Su línea ofensiva está sana y, cuando esto sucede, Matthew Stafford es capaz de lanzar cualquier tipo de pase. Incluso sin mirar. El quarterback de los de Sean McVay está jugando mejor que nunca y el personal 13 (un running back y tres tight ends) le está abriendo muchas posibilidades de atacar distintas zonas del campo.

rams1
rams2

En la secuencia anterior, los Rams forman con tres tight ends en el lado derecho de la línea ofensiva, pero antes del snap, Terrance Ferguson cambia de lado. Se inicia la jugada y el único receptor abierto estira el campo verticalmente para atacar al safety profundo, y eso libera mucho espacio para que el tight end rookie de los Rams juegue su ruta al exterior. Ferguson está demostrando un gran route-running en su juego y, aquí, se deshace con mucha facilidad del linebacker tras el corte hacia fuera. Stafford tiene todo el día para leer esto dado que, además de sus hombres de la línea ofensiva, tiene a los dos tight ends ayudando en el bloqueo. El quarterback pone un buen pase a un Ferguson que está totalmente abierto.

Cuando Seattle enfrenta a este tipo de ofensivas, su estructura defensiva tiende a basarse en match zone, es decir, coberturas híbridas donde la secundaria lee el concepto ofensivo y no solo el movimiento del receptor. El problema es que los Rams son expertos en manipular estos sistemas mediante cambios de velocidad y rutas espejo.

Seattle, por su parte, necesita establecer presencia en el juego terrestre desde el primer cuarto. Cuando su ataque se ve obligado a pasar demasiado temprano, la línea ofensiva pierde ventaja y su quarterback se expone a decisiones complejas que pueden acabar en alguna entrega de balón al rival. El equilibrio es esencial, no solo por identidad, sino porque permite a Seattle mantener a su defensa más fresca. Si los Seahawks no logran sostener drives de manera consistente, su defensa será obligada a enfrentar demasiadas posesiones y demasiados ajustes, algo letal contra una ofensiva tan rítmica como la de los Rams.

El factor determinante puede ser la manera en que los Seahawks gestionen las transiciones defensivas entre primer y segundo nivel. Los Rams no atacan vertical por sistema; atacan cuando han desgastado la estructura defensiva obligando a los safeties a jugar más planos. Ese es el momento en el que aparece el pase profundo. Seattle tiene, entonces, dos opciones: mantener a sus safeties altos y conceder rutas cortas con disciplina, o bajar un safety para reforzar el medio y asumir el riesgo de lanzamientos verticales. La primera opción ralentiza el partido, la segunda lo acelera a favor de Los Ángeles. En términos de EPA defensivo, Seattle ha mostrado una ligera mejora en situaciones de tercer down largo, donde su pass-rush se vuelve más eficiente. Pero para llegar a esas situaciones, deben ganar los dos primeros downs, y ese es el corazón del problema. Los Rams tienen uno de los mejores porcentajes de éxito en jugadas de primer down en la conferencia, lo que les permite jugar con libertad en segundo y tercero. El partido se decide en esa pequeña secuencia: si Seattle concreta placajes cortos en primer down, todas sus opciones se mantienen abiertas; si concede cuatro, cinco o seis yardas antes de que el drive madure, el duelo se inclina a favor de Los Ángeles de manera estructural.

Al otro lado del campo, los Seahawks van a poder ser muy agresivos si son capaces de mantener ese juego de carrera. La llegada de Rashid Shaheed suma un componente más a su amenaza profunda, y abre más el medio para generarle muchos más espacios a Jaxson Smith-Njigba. Las dobles coberturas que ha venido recibiendo el joven wide receiver se vuelven más peligrosas para las defensas con la amenaza vertical que supone el nuevo receptor de Seahawks.

La previsión, en un partido de ritmo y control, favorece a los Rams por coherencia táctica. Seattle puede ganar si toma la iniciativa desde el terreno físico y establece un marcador favorable temprano (lleva dos partidos consecutivos anotando más de 30 puntos en los dos primeros cuartos), pero si el partido permanece igualado pasada la mitad del segundo cuarto, el plan de los Rams tiende a ganar terreno. Es un encuentro donde la inteligencia del diseño ofensivo puede imponerse al esfuerzo defensivo.

WEEK 11 SUN 11/16
Kansas City Chiefs
3:25
PM
EST
@
Denver Broncos

El tercer enfrentamiento, Broncos contra Chiefs, presenta una historia conocida en la dinámica divisional de la AFC Oeste: Denver intentando redefinir su identidad frente a un rival que ha sido el parámetro de excelencia de la conferencia durante años. Sin embargo, la ecuación actual no es tan simple como en temporadas pasadas. Los Broncos han encontrado, aunque con altibajos, una base ofensiva más consistente, mientras que los Chiefs viven en una transición ofensiva donde la eficiencia estructural pesa más que la espectacularidad.

Kansas City ya no es el equipo que vive del big-play constante. Su ataque ha aprendido a operar en ritmos más contenidos, priorizando las rutas cortas, la lectura progresiva y un juego de carrera más funcional. Esto ha reducido su volatilidad, pero también ha disminuido su explosividad. La clave está en cómo Denver pueda interrumpir esos ritmos.

Los Broncos han mostrado una defensa más compacta en zonas cortas y medias, limitando el impacto de los pases de ritmo, aunque a veces a costa de conceder rutas intermedias en el lado débil de la formación. Su pass-rush es el mejor de toda la NFL, con un Nick Bonitto estratosférico. La gestión del equilibrio defensivo determinará si Denver puede sostener el partido hasta el final, ya que la defensa de Vance Joseph es mejor cuando obliga a los ataques rivales a ejecutar en largo. Su tasa de éxito defensiva mejora cuando puede alargar los drives y obligar a su rival a completar ocho o nueve jugadas para anotar. Ese tipo de partido incomoda a Kansas City, que preferiría controlar la posesión y el reloj, pero sin renunciar a la amenaza explosiva. Aquí entra el ajuste fundamental: los Chiefs necesitan que su juego de carrera funcione lo suficiente como para forzar a Denver a comprometer recursos al box. Si Denver no respeta la carrera, será capaz de mantener coberturas dobles y cerrar rutas que normalmente generan un avance sencillo para Mahomes y los suyos.

En el ataque, los Broncos deberán buscar ritmos de pase que no expongan demasiado a su quarterback. El plan ideal implicaría secuencias sostenidas mediante juego terrestre y play-action, reduciendo las lecturas agresivas y protegiendo la posesión. Kansas City ha mostrado, especialmente esta temporada, una defensa más disciplinada: no busca la intercepción o el big play defensivo, busca limitar el daño. Es cierto que recibe muchas yardas y que su front-4 ya no genera el mismo pass-rush que antaño. Sin embargo, el esquema de blitz de Spagnuolo puede ser un problema para Bo Nix, quién está sufriendo más de la cuenta cuando su pocket se ve colapsado.

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En la imagen de aquí arriba, los Chiefs colocan a cuatro líneas defensivos y a dos posibles blitzers (McDuffie y Bolton). Cuando se inicia el snap, los cinco bloqueadores quedan asignados con los cuatro defensores de la línea más McDuffie, el cual es bloqueado por el guard derecho. Sin embargo, el sexto hombre mandado por Spagnuolo, Bolton, encuentra el camino libre para sacar al quarterback de su spot de pase y obligarlo a salir por donde no hay vía de escape, lo que acaba con la defensa consiguiendo el sack.

La métrica que mejor describe este enfrentamiento es el EPA defensivo en situaciones de tercer down. Kansas City se ha convertido en uno de los equipos más eficientes en esa situación porque logra forzar decisiones aceleradas en el quarterback rival. Denver, para evitar caer en esa dinámica, debe ganar en primer y segundo down. Si los Broncos se ven repetidamente en terceras oportunidades largas, el partido se inclinará inexorablemente hacia los Chiefs.

Lo que se proyecta es un encuentro más táctico que emocional. Kansas City llega con una identidad más clara, aunque menos brillante que en épocas recientes. Denver tiene la posibilidad de competir si logra un partido de trinchera, pero necesita disciplina perfecta y control del reloj. Lo bueno para los Broncos es que llegan a este encuentro con la idea de que una victoria les garantizaría casi seguro la división, mientras que una derrota no afectaría demasiado a ese objetivo. Por el contrario, este es un duelo vital para los Kansas City Chiefs. Ponerse a cuatro partidos del título divisional y a uno de la Wild Card (dependiendo de otros resultados), dejaría a los de Andy Reid en una situación que no conocen desde que Patrick Mahomes es el quarterback titular de esta franquicia. Cuando existe presión, Mahomes se vuelve un extraterrestre, y este domingo puede ser uno de esos días. La NFL no se define solo por el talento que se tiene, sino por la identidad que se mantiene. Y en esta semana, cada uno de estos equipos está obligado a sostener la suya.