La NFL se destaca, entre tantas otras cosas, por su paridad. Si miramos las principales ligas deportivas del planeta (ya sea dentro de Estados Unidos con la NBA o fuera, con la Champions League o cualquier competición doméstica), cuesta encontrar un campeón que se salga de los sospechosos de siempre.
La volatilidad año tras año, el factor x de las lesiones impredecibles y el formato de la postemporada (a un partido, en lugar de una serie al mejor de 7 o de una contienda de dos partidos + una posible definición por penales) convierten a nuestro deporte en el más apasionante y difícil de predecir.
20 de las 32 franquicias que componen la NFL han ganado al menos un Superbowl, mientras que apenas cuatro no han logrado siquiera alcanzar dicho escenario. Sin embargo, hay dos que miran a todos desde arriba y da la casualidad que se verán las caras este domingo en Foxborough, Mass.
Pittsburgh Steelers y New England Patriots ostentan la marca de 6 Superbowls obtenidos. Desde 2018, el último de los Pats en la Brady/Belichick era (los únicos presentes en cada uno de esos seis títulos, al igual que el propietario del equipo, Robert Kraft), que New England y Pittsburgh comparten el honor de ser los más ganadores.
Los que ya hayan cursado (y aprobado) la materia de ´Historia de la NFL´ sabrán que, por lo general, las franquicias suelen aprovechar sus períodos dinásticos para nutrirse de títulos. De hecho, lo estamos presenciando en la actualidad, con el dominio de los Chiefs de Mahomes, Kelce y Reid.

En el caso de los Steelers, por supuesto, hay que remontarse a la década del ´70. Cuatro Superbowls consiguió la histórica Steel Curtain, con Terry Bradshaw como quarterback. Más tarde llegó una mera aparición en el Superbowl disputado en 1995, para luego dar lugar a la segunda etapa más exitosa de la franquicia: mediados de los ´00. Pittsburgh ganaría anillos en 2005 y 2008 (y sería derrotado por Aaron Rodgers y Green Bay Packers en 2010), dejando la conducción del equipo en manos de un nuevo QB legendario como Big Ben Roethlisberger y de un joven entrenador como Mike Tomlin.

Aquellos que se hayan sumado a la hermosa locura de la NFL en los últimos tiempos podrán explicar de mejor forma la dinastía Brady/Belichick. Tras dos frustraciones, la última de ellas con Drew Bledsoe como QB, llegó el desahogo con el triunfo en 2001, que le dio lugar al inesperado bicampeonato en 2003 y 2004.
Los años (y las décadas) transcurrieron, pasaron las dos derrotas a manos de Eli Manning (y un casco de David Tyree) y sus Giants… y en un lapso de 5 años, los Pats jugaron cuatro Superbowls y ganaron 3.
¿Quieren otros ejemplos? Los 49ers en la década del ´90, con Jerry Rice, Montana y luego Steve Young. También en los ´90 tenemos a los Cowboys de Jimmy Johnson y Barry Switzer. Están los Packers de los ´60, los Raiders de los ´80 y quizá los Eagles estén pasando por un momento semejante.
Todo esto para decir que, si bien ambos equipos están atravesando momentos de cambio y de transición, estos Steelers y estos Pats parecen estar lejos de poder competir por su séptimo y tan preciado trofeo Lombardi.
En teoría, los dos equipos presentan a dos de las mejores 10 defensas en toda la liga. El coaching staff es de primera, también en ambos casos, con la veteranía de Tomlin todavía vigente y la excelente contratación de Mike Vrabel en New England. ¿Hay playmakers de ambos lados? Pocos, pero algo se puede rescatar.
La cuestión es que, en una Conferencia AFC donde deberán competir (al menos durante los próximos 5 años) con los Bills, Ravens o Chiefs, estamos muy lejos de poder colocar a Pittsburgh o New England como serios candidatos al título.

Para esta presente temporada, los Steelers están mejor perfilados para competir. La presencia de Aaron Rodgers, quien a sus 40 años está evidentemente en sus últimas piernas pero todavía conserva la calidad intacta (como vimos en la Semana 1 ante los Jets), así lo indica.

En el caso de los Patriots, la temporada consiste básicamente en desarrollar a Drake Maye, QB de segundo año, luego de un auspicioso cierre a su temporada de novato (en donde tuvo que luchar contra viento y marea, en donde incluimos a su propio coaching).
Ambos esperan por la llegada de la próxima mini-dinastía, que les permita superar la marca de 6 Superbowls y cementarse como la franquicia más ganadora de la historia. Esa es la obsesión por la séptima.